Correr nunca fue una prioridad en mi vida hasta aquel maravilloso día en que Fran Torralba me animó a correr una media maratón. 28 meses y dos decenas de kilos me separan de aquel momento. Entonces pensé: "¿Por qué no?". El maratón es un sueño. La Coruña, la ciudad más bonita del mundo con permiso de León, es el lugar perfecto para esa primera vez. ¿Una locura? Quizás. Pero, ¿por qué no?
Primer día de descanso. Lo he agradecido. No sólo porque el día no era el mejor en lo meteorológico, sino también porque mi abductor quedó bastante tocado de las series de la víspera como me recordó por la noche despertándome en cada vuelta que daba en la cama. Cada estornudo o golpe de tos es una cuchillada y el dolor de hoy irradiaba hacia la zona perineal. Digamos que ya está más mal que regular desde septiembre. Mañana toca fisio y vamos a ver cómo lo ve Manolo. Espero que con masaje y aguantando el dolor pueda seguir adelante estas semanas, que ya habrá tiempo después para descansar, pero si tengo que ser sincero, me preocupa más que una lesión me aparte del objetivo que correr 42 km que la carrera en sí, que al final será cuestión de ser duro de cabeza y poner un pie delante del otro hasta que el espíritu de María Pita me mande parar en la plaza que lleva su nombre.
Si la visita al fisio no cambia los planes, mañana entrenaré al mediodía. Tocan oregones. Los odio. El reto del maratón me ayudará a no buscar una coartada para saltármelos como hago habitualmente.
Aunque hoy no tocara correr, ni hacer pesas, ni nada, para no perder las buenas costumbres, ahí queda la canción ideal para el final de la última serie de un duro entrenamiento, cuando el ácido láctico empieza a acuchillar las piernas desde adentro y cada paso parece que va a ser el último antes de que cada pierna decida tirar en una dirección diferente. Si hay algo que puede hacer olvidar ese dolor es una canción que acelere las piernas hasta el infinito. Una canción histórica de unos históricos. Status Quo cantando 'Gerdundula'.
Un día más o un día menos. Depende como se mire. Hoy era mi primer día de series en mucho tiempo. La última vez fue una semana antes de la Media Maratón de León de 2011. Desde aquellas seis series de 1.000 metros de principios de marzo hasta ayer habían pasado más de 10 meses. Primero una tendinitis en el rotuliano, después la falta de ganas, más tarde el verano que no me invitaba a entrenamientos agónicos y después de septiembre, un bajón al que felizmente puse punto final con mi reto maratoniano. Por unas cosas o por otras me había limitado estos meses a rodar. Más largo o más corto. Mas rápido o más tranquilo, pero simple carrera continua y sin pasar nunca de los 40 kilómetros semanales.
Ayer era un poco volver a empezar de verdad los entrenamientos en serio. Tocaban tres series de 10 minutos. Ya sé que técnicamente se llaman cambios de ritmo, pero como yo no veo más que una diferencia semántica hablar de series o cambios de ritmo Y es que me parece lo mismo hacer, en mi caso, tres series de 2.000 metros o tres cambios de ritmo de 10 minutos. Por eso, en adelante las llamaré series. Me pasa lo mismo con la diferencia que establece la Federación de Atletismo entre récord (para pruebas en pista) y mejor marca (para pruebas en ruta) quizás desconociendo el significado de la palabra récord. Cosa de la gerontocracia que manda en las federaciones.
Bueno, al lío, que me disperso. El caso es que de nuevo tuve la suerte de poder salir al mediodía y con ello correr con pantalón corto y camiseta de manga corta. Un lujo para ser 25 de enero en León. Salí desde casa, así que al río para aprovechar ese carril bici que utilizan los corredores y que está justo al lado del carril paisano que usan los ciclistas. Sigo creyendo que el equivocado fue el choto que los diseñó y no el 95% de quienes lo usan a diario.
Empecé con 25 minutos tranquilitos hasta que pasé el puente de La Lastra. Allí empezaba a correr en serio. Del Puente de La Lastra a la pasarela peatonal de Puente Castro hay poco más de 2 km. Para mí la distancia necesaria para mis tres bloques de 10 minutos. La intención era hacer tranquilo la primera serie, un poco más viva la segunda y fuerte, pero no a tope, la tercera. Y así salieron. La primera a un ritmo de 4:58, la segunda a 4:50 y la última a 4:42.
Todo llegará, porque el maratón no se corre hasta el 15 de abril. Acabé un poco justo la tercera, lo que quiere decir que tengo margen para mejorar. Los últimos 'dosmiles' que recordaba de hace un año había terminado a un ritmo de 4:30. No sé si era simple carencia de piernas o la falta de costumbre de correr fuerte porque en estos meses sólo he pasado de las 160 pulsaciones en la Media Maratón de La Bañeza, que la completé a un ritmo de 4:55, y en la San Silvestre de León (a un ritmo de 4:38). Una de mis máximas es que merece la pena sufrir entrenando para poder disfrutar en las carreras.
Conclusión, que estoy satisfecho con Mi entrenamiento de hoy que he descargado desde Garmin. Para días de series, sigue siendo mejor el Garmin que el Iphone con el Runtastic, aunque para simples rodajes apenas haya diferencia y quien salga con el teléfono se ahorra un gadget..
Mañana disfrutaré de mi primer día de descanso. El que me tocaba para hoy y que he tenido que cambiar por motivos laborales. Lo necesito porque las piernas están un poco cansadas. Aprovecharé para recuperar y para seguir dando forma a mi iPod. En estos próximos días iré compartiendo alguna de las canciones que incluiré de ésas que son capaces de hacer que se muevan las piernas cuando las fuerzas empiezan a escasear. Ahí va la primera. Carlos Núñes es otra de mis debilidades. Con vosotros la versión de Raggle Taggle Gypsy de Carlos Núñez y Mike Scott
Segundo día y creciendo. Así de claro y rotundo. Mi moral se refuerza con cada entrenamiento y con cada palabra de ánimo que recibo y el verano que el mes de enero nos regala, aunque los expertos expliquen con él el olor a mierda que hoy volvía a haber en León, también echa una mano a la hora de ponerse manos a la obra con los entrenamientos.
La sesión de hoy ha sido el ejemplo de lo que yo entiendo como running. Soy de los que cree que la gran diferencia entre el atleta y el corredor popular, por encima de sus marcas y del tiempo que dedique a entrenarse es que adapte su vida a la carrera (eso es para mí un atleta) o adapte la carrera a los huecos que quedan en su vida diaria.
Yo hoy he hecho eso y me he encontrado con un entrenamiento impagable. Con un día bastante enmarañado, lo que suele ser habitual en mi caos de vida, tener que llevar el coche al taller al Alto del Portillo a media mañana me partía en dos, sobre todo por los deberes que tenía para hoy en mi plan de entrenamiento ya que hoy no se trataba de correr sin más. Sin tener muy claro lo que podría hacer salí del taller, subí en dirección a la antena de la carretera de Golpejar y de allí bajé por uno de los muchos caminos que hay desde allí para ir a la meseta que hay entre los Pinos y esa carretera que va hacia Las Lomas, ese territorio que me descubre cada vez que me descuido Jose, mi compi de carreras.
Y de repente pensé que no podía haber un sitio en el mundo mejor para hacer el acondicionamiento físico. A dos kilómetros de León, pero con la sensación de estar perdido en medio de ninguna parte y con una impagable libertad entrando por cada poro de mi piel e inspirándola con cada respiración. Así que rodé mis 35 minutos tranquilitos como calentamiento y encontré el sitio perfecto, un espacio grande de hierba casi al ras del suelo, sin los arbejos y las plantas 'picoteras' de la zona, y con un camino casi llano de 300 metros y buen piso, así que marqué 12 ejercicios, seis de pierna y otros seis del resto de grupos musculares sin necesidad de esterilla ni nada parecido. Más o menos 15 segundos de cada uno de los ejercicios sin pausa entre ellos y al final una progresión de esos casi 300 metros para regresar trotando suave al punto de partida como recuperación antes de volver a la carga. Y así, tres veces. Para rematar, vuelta al concesionario soltando (evidentemente despacio porque era todo el rato para arriba), estirar un poco (ya sé que debería dedicarle más tiempo) y a coger el coche para volver a casa con una sensación de no haber hecho nada. Y eso es lo mejor, porque no suelo acabar demasiados días sin molestias ni cansancio.
Antes de irme, ahí os dejo la canción de hoy. Para mí la mejor de Joaquín Sabina, aunque no sea una de sus composiciones más conocidas. Con vosotros, Joaquín Sabina canta 'Con la frente marchita'
Ahora a descansar que mañana tocan mis primeras series en más de 10 meses, que tengo que adelantar el entrenamiento del jueves que no podré salir a correr.
1ª SEMANA. LUNES: 12 KM C.C.+ GOMAS + ACONDICIONAMIENTO FÍSICO GENERAL
Ya estamos en el camino. Con una molestia en el gluteo y con hielo en la rodilla derecha más para prevenir que porque haya que curar, cierro el primer día de entrenamiento enfocado a la Maratón de A Coruña. Un día en el que al echar a correr me acordé rápidamente de los consejos de mucha gente: Saturnino, Jacinto Farto, Torralba, Cuervo... y en el que me propuse cuidar tanto el entrenamiento invisible como lo de recorrer los aproximadamente 800 km que me separan de mi primer maratón. Así que ante de correr, llamada a Manolo Rabanal para que el viernes me ponga a tono.
El profe Torralba nos puso como deberes para el primer día de las 12 semanas que vendrán por delante un rodaje tranquilo de 12 km, unas gomas o pesas (elegí la segunda opción) y una tabla de acondicionamiento físico general que, para qué negarlo, odio con todas mis fuerzas y me escaqueo siempre que puedo, aunque me he propuesto no saltarme ni uno de los días que lo tenga en los deberes.
Era la una en punto del mediodía cuando salí a hacer mi rodaje. Hoy tocó salir desde Eras, así que elegí la opción más cercana. De Eras de Renueva al Monte San Isidro para dar allí una vuelta por todo el perímetro interior del parque (la madre que parió a la cuesta larga que se me atraganta igual que el primer día) que tiene 2 km y otra más por el camino del medio, que es mucho más llevadera, antes de regresar a Eras de Renueva para coger el coche e irme a la Casa de Asturias a hacer el resto de la sesión. La verdad es que estuvo bien para ser el primer día. Un ritmo medio de 5:34 (reales fueron 5:30 porque paré 50 segundos a charlar con otro corredor) y los dos últimos km (el de la parada era el penúltimo) sobre los 5:00 recordando aquello que me dijo Jacinto Farto de acabar como un joven o la versión de Servando de acabar fuerte que es lo que recuerda el cuerpo.
Hoy decidí dejar mi Garmin en casa y probé la aplicación de Rutastic que ayer se podía descargar gratuitamente desde iTunes (normalmente cuesta 5 euros). Quería correr por sensaciones sin estar todo el tiempo mirando el reloj,así que teléfono móvil para el brazalete y alarma cada km. No conocía la aplicación y está bastante bien y respecto a los GPS de muñeca coge la señal de manera inmediata sin tener que poner el brazo como si fueras un zahorí de los satélites en busca de que aparezcan los necesarios para que sepa si estás en León o en Mozóndiga. El nuevo sistema de control del entrenamiento me permitió comprobar que ya controlo el ritmo al que voy. Con la alarma del kilómetro te da el ritmo medio de ese kilómetro y nunca hubo más de tres segundos entre lo que yo pensaba y el ritmo que me daba el teléfono. No sé cómo se verá pero ahí va el archivo con Mi sesión de carrera de hoy
Una de las opciones de Rutastic es compartir a través de su página web el enrenamiento en tiempo real. Lo probaré algún día que salga de noche por los Pinos por si me pierdo para que me pueda encontrar el Seprona y quizás para la maratón si es que la batería aguanta lo suficiente para que llegue a la meta.
Mañana toca otro día de trabajo de fuerza con un calentamiento de 35 minutos y un trabajo de gimnasio.
Y como cierre, otra de las canciones para mi iPod. Ésta irá para la parte central de la carrera cuando haya que acelerar el ritmo de las zancadas. No es muy conocida, pero es buena. Prometido. Con ustedes, Belle and Sebastian cantando Another sunny day
Doce semanas y un día no es siempre el veredicto de un juez certificando una condena. En mi caso 12 semanas y un día es el tiempo que me separa del sueño, o del reto, o de la aventura, o de la locura en la que me he embarcado. Según lo mire cada uno. Doce semanas y un día para seguir descargando adrenalina, para tener dudas y resolverlas, para despejar las incógnitas que me vayan surgiendo. Doce semanas y un día de sobredosis de endorfinas.
Mañana empieza la preparación específica que ha diseñado Fran Torralba para todos los de la Escuela ULE-Chorco que nos lanzamos al maratón. Así que este fin de semana era el último en el que no tenía que mirar la agenda antes de salir a correr para ver qué me toca.
Así que estos dos días los he aprovechado para correr con buena gente. El sábado con Talo y el domingo con tres compis del 'No hay güevos' (Arturo, Rasta y María). Dos días de carrera continua impagables. El sábado río arriba y río abajo con Talo y en la segunda miad de la carrera con Hernando (Peñacorada). Ni que decir tiene que entre los tres arreglamos el running, León y no acabamos con la crisis mundial porque se nos acabaron los 12 km que nos habíamos propuesto recorrer.
Hoy tocó salida para hacer tirada larga que al final fueron un poco más de 15 km. Salimos del Polideportivo de Navatejera desde donde subimos por los caminos que van hasta el Polígono Industrial de Villaquilambre, de allí, más subida hasta la Copona y por los caminos y prados que bajan hasta Villasinta para volver al punto de partida. Terreno duro y ritmo cómodo para hacer hambre.
Los Tres Mosqueteros estirando después de 15,5 km de carrera en el Parque de Navatejera.
Hoy empieza el entrenamiento enfocado a la Maratón de La Coruña. Me tocarán 12 km de carrera continua suave, gomas o pesas y una buena sesión de acondicionamiento físico, además de los imprescindibles estiramientos, importantes para todos los corredores y mucho más para mí que tengo un índice de elasticidad que está entre el hormigón y el roble.
Y lo prometido es deuda. Mi canción del día para el iPod que me acompañará en mi primera maratón. Iréis viendo que en él cabe todo. Que habrá canciones de Rocío Durcal y también de Def con Dos. Ésta irá también para la primera parte, la que debe frenar mi impulso cuando las piernas aún están íntegras y las fuerzas me acompañan. Seguro que para muchos sera desconocida. Festival de Eurovisión de 1972. La griega Vicky Leandros representando a Luxemburgo. Espero que os guste Après Toi, Vicky Leandros.
Primera aventura para el blog. El éxito de mis entradas parece que me obligan a hacer una segunda edición porque una vez completada la entrada de hoy, misteriosamente se ha borrado, así que procedo a reescribirlo antes de irme a dormir...
Según el relojito de cuenta atrás que he instalado en el ordenador, quedan 85 días para la Maratón de La Coruña. O lo que es lo mismo, 2.014 horas y unos pocos minutos de propina. Apenas nada, pero tiempo suficiente para entrenarme, para descansar y para recorrer imaginariamente los 42 kilómetros camino de mi sueño por aquellas calles coruñesas que recorrí siendo un niño que llegó a la ciudad cuando aún paseaba en pantalón corto y de la que me fui en esa etapa tan complicada, pero que tanto se añora con la perspectiva que nos da el tiempo a los cuarentones que es la adolescencia.
Son muchos días y muchos entrenamientos en los que tendré tiempo para pensar en muchas cosas. Hoy tocó un rodaje tranquilo al mediodía aprovechando esta inesperada primavera que nos regala el invierno leonés. Y mientras corría empecé a darle vueltas a la música que llevaré en mi iPod ese día. Habitualmente corro sin música. Soy de los que le gusta escuchar el chapoteo del barro incipiente bajo mis pies, la piedra que sale despedida al ser pellizcada por la suela de mi zapatilla, el perro que ladra a lo lejos o a un paso de mis piernas y hasta los pájaros cuando se acerca la primavera y hay más inquilinos del cielo que los grajos, las pegas y las urracas. Pero pensé que 42 km van a dar para mucho y que estaría bien buscar la música que me acompañer ese día. Y pensé que debía seleccionar canciones tranquilas para la primera parte de la carrera que tranquilicen el ímpetu de unas piernas aún descansadas; otras más movidas para acompasar el ritmo de las zancadas; y la verdad es que no sé muy bien qué sería lo más adecuado para la parte final porque no soy capaz de imaginarme cómo serán esos últimos kilómetros.
Así que corriendo pensé que me quedan 85 días de los que serán unos 60 de entrenamiento. Si elijo una canción cada día serán 60 canciones que por unos cuatro minutos de media de cada una salen 240 minutos. Cuatro horas. No está mal. Con cada entrada del día de entrenamiento iré compartiendo mi canción del día. Habrá de todo, desde bacaladeras hasta canciones 'moñas'. La de hoy me encanta. La descubrí hace poco más de un mes. Son Depedro y Vetusta Morla y la canción se titula 'Diciembre'.
Hoy no me acompañó ni esta canción, ni ninguna otra en mis 11 km largos en los que salí del parque de La Granja para subir hasta la antena de la carretera de Golpejar y volver por esas encrucijadas de caminos que hay en la zona de los Pinos. Me encanta correr sin rumbo, buscando el camino de vuelta por instinto porque ésa es una zona que empiezo a conocer ahora. Regreso por los caminos grandes hasta La Granja sin encontrar a nadie hasta la entrada de la Candamia donde me crucé con dos de los grandes del deporte leonés, Jacinto Farto, al que le agradecí su grito de: "Ánimo", y unos metros más allá a Pedro, un fenómeno capaz de merendarse un Ironman en el mismo tiempo que emplearé yo para correr la maratón. Después, una buena sesión de pesas que es lo que hace que tenga las piernas como dos postes de la luz. Nada que no arregle mañana un rodaje tranquilo con Talo, un masaje y una sesión de jacuzzi.
Pero eso será mañana. Ahora toca dormir. Buen fin de semana a todos.
Después de cumplir el miércoles con otro día de una hora de carrera, un buen rato de pesas y unos minutos en el jacuzzi para rematar la faena, hoy decidí regalarme un día de descanso que me ha venido muy bien para oxigenar mis abductores y para cargar las pilas antes de seguir estos tres próximos días con mi semana de fuerza previa a empezar el plan de 12 semanas que me ha preparado Torralba. Precisamente con el míster tuvimos hoy charla todos los de la Escuela ULE-Chorco [al final seremos más de diez] que correremos el Maratón de A Coruña o el de Madrid dentro de tres meses.
En el grupo hay gente de todos los niveles. Desde Alfonso o Pipas, que están muy por encima de los demás y seguro que bajan de las tres horas, hasta el resto, que somos bastante más 'trotones' y de los que yo seré, para ser fiel a mi costumbre, quien cerraré el furgón de cola. Y es que, al menos en mi caso, yo no me planteo siquiera qué marca puedo hacer. Me da igual.
La reunión con Torralba fue una 'filípica' de apenas 15 minutos, pero en la que nos dejó claro que, por encima de las marcas, lo vital en este caso es coger el concepto para ser capaces de disfrutar de nuestro primer maratón sin sufrir demasiado por el camino. Torralba nos explicó cómo iba a ser la adaptación a la nueva distancia, que no nos saltemos los ejercicos de acondicionamiento físico general ni las sesiones de fuerza y, sobre todo, nos quiso concienciar de que siempre es mejor pecar de entrenar por defecto en lugar de hacerlo por exceso. Que siempre hay un mañana y que la clave será llegar recuperado a la siguiente sesión de trabajo.
La verdad es que el efecto beneficioso del reto que me he puesto ya lo empiezo a notar. Tanto que ahora mismo estoy escribiendo el blog bastante pasada la medianoche y ya estoy pensando en un rodaje tranquilo de mañana por los Pinos, mientras mi cabeza busca el mejor lugar para correr el sábado y hasta estoy pensando ya en un socio para salir el domingo por la ruta del Camino de Santiago del Salvador. Con el acicate del maratón me han entrado ganas hasta de correr un cross y mira que soy reticente a ello porque no me parece que sea lo más adecuado para un 'popular'. Me gustaría estar en el que este domingo organiza Paco en La Bañeza porque creo que es un tipo que merece mucho la pena y que todas sus carreras tienen un nivel organizativo muy alto, pero como me será imposible ir por motivos laborales, creo que la que elegiré sera la de Ciñera de Gordón del domingo siguiente. Detrás de la organización está Sergio Sánchez, que mañana anunciará todos los pormenores de la carrera en Deportes El Chorco donde presentará la prueba y donde se podrán hacer las inscripciones. Así que salvo que haya imponderables de última hora, allí estaré para hacer bulto en la salida, para animar a los que me vayan doblando y para echar unas risas con los amigos en la comida que me cuentan que habrá al final de la carrera para todos los corredores. Igual es por eso por lo que me he animado. Qué sería de las carreras sin el 'tercer tiempo'...
Da igual que salga a correr o que me toque descanso. Al final siempre acabo corriendo de manera figurada. Es mi problema de no saber decir nunca que no. Hoy fue uno de esos días de tiempo medido en los que todo se va complicado y al final queda una parte de lo previsto por hacer. En este caso partede las pesas. Intentaré que no vuelva a ocurrir y que si tengo que renunciar a algo, que sea la carrera que, aunque no lo asumamos nunca, es lo secundario para disfrutar de la carrera cuando llegan el día D y la hora H..
De nuevo la Casa de Asturias fue el centro de operaciones para mi carrera y mis pesas. Hoy no tenía muchas ganas de cuestas duras, así que me incliné por una hora de terreno mixto de asfalto y tierra. Entre ponte bien y estate quieto, eran casi las dos cuando arranqué a correr. Al final salieron casi 11 km. con dos paradas por el medio para hablar con la radio, que hoy era día olímpico para Carolina Rodríguez y aunque no me gusta nada interrumpir la carrera para hablar por teléfono, en esta ocasión el motivo merecía la pena. He visto a Carol crecer desde que era una niña de nueve años, apenas un proyecto de gimnasta. Hoy es una de las 20 mejores del mundo y es un orgullo verla triunfar y poder contarlo.
De regreso a la Casa Asturias, ya con poco tiempo para las pesas, un poco de trabajo de abductor y aductor, que son mi talón de aquiles, aunque parece que van mejorando y me duelen menos. Unas pesas que hice en buena compañía porque allí estaba Javi Vega, uno de los pioneros del atletismo popular, de ésos que empezaron a correr cuando aún no se llamaba running. Javi es siempre el que más anima. A todo el mundo. Y yo no soy una excepción. Sus consejos siempre son certeros. Le avalan muchos años de carreras y saber que está leyendo este blog como muchos otros que lo leeis es un acicate para seguir adelante y será la mejor medicina cuando lleguen los malos momentos, que en 90 días es imposible que no se asomen en algún instante.
Por tener detrás a Javi y a ti que me estás leyendo, sé que no estaré solo en los entrenamientos ni cuando llegue la carrera. Allí también estaré acompañado. En la salida seremos más de mil. Seguro. Habrá gente de León. No faltará Rasta, que parece decidido a debutar ese día. Estaré bien acompañado, aunque echaré de menos a alguien. Alguien que muy pronto volverá a sonreír corriendo. Lo sé. No te veré en la salida de La Coruña, pero no dudes que cuando te decidas a afrontar una maratón, tu primera maratón, yo estaré contigo, acompañándote. Esta vez no estarás allí, pero también sentiré tu fuerza y cerraré los ojos para imaginar tu sonrisa. Y todo será más fácil. Porque una de mis máximas en la vida es que las cosas son fáciles. Tan sólo se trata de no complicarlas.
La última semana antes de empezar la preparación específica para la Maratón de A Coruña ha empezado con un día que ha sido provechoso. Hoy tocaba descanso en el trabajo, así que he aprovechado que tenía más tiempo libre para correr y para empezar con la ITV personal que continuará en los próximos días.
Aun a riesgo de que Jose, mi compi de fatigas por las cuestas de la Candamia, me vacile un poco más por la colección de dolores que suelo tener cada vez que arrancamos a correr y que milagrosamente desaparecen unos centenares de metros después, empecé la mañana haciendo una visita al podólogo. El dolor que tenía en una la uña del dedo gordo del pie derecho desde hacía unos cuantos días ya me hacía maliciar que no la iba a salvar. Al final no libré que me la arrancaran y en el mismo lote se fueron otras cuatro uñas más que estaban maltrechas. Es el peaje que tengo que pagar por mi reconocida manía de llevar siempre una zapatilla medio número más pequeño de lo que debería.
Sin uñas, pero con ganas de correr me fui para la Casa de Asturias. Eran casi las dos cuando arranqué a correr una hora por los caminos llenos de subidas y bajadas (salieron casi 300 metros de desnivel positivo) que rodean Villaquilambre. Después otros 40 minutos de pesas y para acabar otra media hora de jacuzzi antes de comer pasadas las cuatro de la tarde.
Luego, visita a Jesús que ayer fue uno de los que disfrutó con el cross de Villabalter, para grabar el programa de La 8 de TVCyL, Y después al programa de radio de El Chorco en el que tuve la suerte de conocer un poco mejor a Pablo Villa, otro de esos personajes que merecen mucho la pena en este mundo de las carreras populares de León y, en su caso, también de las carreras de y por montaña. Da gusto escuchar a gente que vive el deporte en un mundo que habitualmente idolatra a quienes viven del deporte y no aportan a los demás ni una cuarta parte de lo que puede dar Pablo que tiene el aval de la juventud para llegar tan alto como se proponga.
Mañana será el trabajo el que marque si tocan pesas y un rodaje suave, sólo unas pesas o nada. Los próximos días seguiré con mis visitas al fisio para intentar llegar al lunes próximo lo mejor recauchutado posible. Los 44 años ya no se los quita nadie a mi carrocería, pero al menos espero que con un poco de chapa y pintura pueda dar el pego.
Cuatro uñas menos. Y es que cada uno reduce peso como quiere.
Desde hace un par de años, el domingo es, para mí, sinónimo de salir a correr temprano. Hoy había carrera en Villabalter, aunque entre que he decidido reducir las competiciones en estos primeros meses y que las carreras de campo a través la verdad es que no me motivan especialmente, hoy preferí salir a correr con el 'equipo médico' habitual, aunque esta mañana con varias bajas. Al final, sólo Nacho, Jose y Laura me acompañaron en una tirada larga que, para no perder la costumbre, fue tan surrealista como siempre.
Salimos de la Granja en medio de la niebla con la intención de subir hasta Arcahueja y dar la vuelta. Mi intención en estas dos semanas previas a empezar el trabajo específico de cara a la Maratón de A Coruña es cargar las pilas corriendo por terreno complicado, que hay que coger en las piernas la cecina que hará falta para aguantar 42.200 metros de agresión contra el asfalto. Por eso, el itinerario que hace un año me horrorizaria, me parecía bien.
Todo parecía controlado. Jose, que cuando se cree el puesto de guarda del Parque de la Candamia y los Pinos o cuando se reconozca la existencia del Señorío o Condado de esos lugares tiene todas las papeletas para llevarse el puesto de calle porque prácticamente vive allí, empezó a guiar al rebaño rumbo al alto del Portillo. Pero de Arcahueja, nada. En medio de la niebla, en alguno de cruces de caminos que por decenas hay en esa ladera, hubo un cambio de planes no buscado. Todos opinábamos. Que si esto va para la Candamia, que si volvemos para atrás, que si por aquí se va a las avestruces, que si te digo yo que esto va a ser el Camino de Santiago porque hay una flecha amarilla... El caso es que al final acabamos en Las Lomas, en el punto de salida de la Transcandamia y con buenas sensaciones porque si fui capaz de subir corriendo la rampa en la que siete días atrás fotografié andando al televisivo Calleja, eso quiere decir que no estoy tan flojo de piernas como pensaba.
Llevábamos la mitad de camino y todavía estábamos discutiendo de quién era la culpa del cambio de itinerario. A esas alturas la que estaba acordándose de todas nuestras familias era Laura, que para algo es la Usain Bolt del running y la habíamos metido por plena montaña. Laura es capaz de correr un 10.000 a 4:30 el km pese a salir a correr un par de veces al mes, pero tiene un pánico atroz a las cuestas. Por suerte, su falta de aliento le impedía insultarnos cada vez que después de una bajada que parecía ser la última de la mañana, Jose entonaba el habitual: "A que no hay güevos a subir por aquí", aderezado ahora con la frase que apunta a ser su favorita en las próximas semanas: "¿Y tú eres el que vas a acabar un maratón?".
Como hubo 'güevos' y quiero acabar el maratón, de Las Lomas fuimos al campo de vuelo, y de allí al Portillín, bajada hasta los músicos y cuando ya me las prometía felices rumbo a la Candamia, a dar una vuelta por las sillas, que fue como los históricos del running llamaron el recorrido que mide el estado de forma de los 'gallos' cuando quieren saber si están para batir sus récords. Tengo que reconocer que disfruté por aquellos caminos que bautizaron aquellos pioneros que corrían hace una década cuando las carreras populares eran desconocidas; cuando aún no se sabía que había zapatillas para pronadores y neutros; y cuando una camiseta de las que regalaban comprando una maleta grande de Cola-cao servía para correr sin pensar si era técnica, térmica o si las celdillas se taparían por el efecto del jabón y el suavizante.
Ayer me estrené en la sillas para alegría de Jose, el Señor de la Candamia y los Pinos, que vio cumplido su sueño de verme sufrir por las empinadas rampas del Tourmalet, camino de la Granja donde Nacho, el primero del grupo que se atrevió con la maratón el pasado mes de noviembre en Valencia, y Jose se marcaron el último kilómetro en 4 minutos. Y todo porque Servando, otro de esos monstruos del atletismo popular que merece mucho la pena, les dijo un día que lo que recuerda el cuerpo es el último medio kilómetro. Yo fui más prudente y, como soy un caballero (y porque por otra parte tampoco estoy a su nivel) acompañé a Laura hasta la Granja para estirar, cambiarnos y cerrar la mañana con el habitual 'tercer tiempo' en el Caronte para comentar la jugada, echarnos la culpa y hacer el recuento de los 14,8 km de la mañana.
No estuvo mal la carrera y aún fue mejor la compañía. En 90 días llegará el domingo más especial. Mañanas como la de ayer me ayudarán en mi reto. Empieza la última semana de anarquía. Habrá que disfrutarla.
Jose 'el Señor de la Candamia y los Pinos', junto a Nacho y Laura en un alto en mitad de las 'sillas'.
Son las tres y cuarto de la madrugada. Demasiado pronto para levantarme y un poco tarde para acostarme, así que como ya da igual tardar un poco más en ir a dormir, aprovecharé unos minutos para alimentar el blog que ayer me tomé tan a rajatabla el descanso que ni siquiera escribí.
Hoy tocó cena con los compañeros de la Escuela de la ULE-Chorco. Al final nos juntamos más de 60 en el Casa Estrella de Villaobispo. Además de para cenar y bailar un poco antes de retirarme tan pronto como vi que la expedición amenazaba con desembarcar en el Húmedo, aproveché para coger las fuerzas que me transmitieron todos los que estaban allí. Me traje la alegría que no voy a estar solo ni en espíritu, ni en los entrenamientos previos porque nada menos que seremos 10 los que nos estrenaremos en maratón entre la carrera de La Coruña, a la que iremos de avanzadilla Amelia y yo, y la de Madrid, que se corre sólo una semana después, a la que irán el resto.
Como me habéis preguntado más de uno en vuestros comentarios a las entradas anteriores por el entrenamiento, quiero aclarar que la preparación específica para los 42 km será de 12 semanas, así que me quedan 9 días de anarquía antes de empezar el trabajo programado por Fran Torralba que nos reunirá el jueves a todos los aspirantes a maratoniano para explicarnos el trabajo que vamos a tener que hacer en esos tres próximos meses y darnos sus consejos.
Mientras llega el día de empezar la parte específica, que en mi caso será el día 23 de enero, estoy aprovechando estas dos semanas para trabajar mucho la fuerza que sé que es mi talón de Aquiles. Quiero hacer pesas, mucho trabajo de abdominales, un día de circuitos y tratar de correr por terreno rompepiernas, de ése que hace que las piernas sientan el peso del ácido láctico acumulado y sin encontrar una vía de escape.
Con ello, esta semana se me ha pasado volando. El lunes tocó un rodaje de una hora de activación en el que apenas corrí 11 km; el martes hice unas pesas suaves por la mañana y por la noche 10 km muy despacio en compañía de Coca. Más pesas el miércoles; descanso el jueves, que ya lo necesitaba; y hoy he hecho 4 km de calentamiento, unas pesas de pierna tocando casi todos los grupos musculares y luego 8 km por un terreno duro ya que salí desde la Casa de Asturias y cuando 'hicieron' Villaquilambre se les olvidó utilizar la plomada y no hicieron ni un metro llano. Hoy tocaba comida y cena fuera de casa. Era mi último día de excesos que quiero cuidar un poco más la alimentación, sobre todo las grasas.
Si todo va normal mañana quiero hacer una hora por los pinos y completarlo con una buena sesión de gomas y un jacuzzi, que no todo va a ser sufrir. El domingo lo cerraré con la tirada larga que aprovecharé para acercarme desde casa a Villabalter para hacer unas fotos del cross puntuable para la Copa Diputación y volver con 16 km en la mochila y listo para mi última semana de no mirar el papel ni programar el Garmin para que me dirija el entrenamiento.
En cualquier caso, en honor a Amable, para que vaya tomando nota de lo que hay que hacer para cuando se decida a dar el paso; y a Saturnino, que tiene razón cuando dice que no es grande, porque es el más grande; iré poniendo cada día lo que toca hacer y los ritmos de carrera.
Y como decía en la entrada anterior, gracias a los que me leéis (a Paloma ya la liamos para correr su primera media en León y Cris está al caer) y me transmitís vuestro ánimo; y también a quienes seguro que me miráis con gana de decirme eso de: "Pero ¿adonde vas, piltrafilla?" y os lo calláis. También se agradece el silencio. Todo suma. Y ahora, a dormir, que dicen que el descanso es tan importante como el entrenamientos y eso no me lo pienso saltar.
Hace un día que decidí poner fecha para mi primera maratón y ya tengo el espíritu y mi ánimo reforzados. Casi 200 personas han leído el blog y las muestras de ánimo y de cariño recibidas en estas horas me ayudarán en los momentos duros que llegarán estas semanas.
El primero en enviar unas frases de ánimo fue Amable. Es el más madrugador. Le echaré de menos en esta aventura. Debutamos en la Media de León juntos y compartimos carreras hasta que la política lo apartó del running. Por eso, no estará conmigo en este maratón, pero sé que pronto volverá a correr, a alimentar su blog y volverá a ser otro de esos locos que corren rumbo a ninguna parte porque tenemos todo el mundo para correr. Después vinieron los de mis compañeros del 'No hay güevos'; del gran Saturnino, del televisivo Jesús que me hizo el trabajo sucio de decirle a Torralba que iba a correr el maratón, minimizando así los gritos del 'míster'; y de muchos más entre los que no podía faltar Javi Vega, el 'culpable' de que haya dado publicidad a este blog que había pensado para ser más íntimo. Javi me mandó una lista interminable de textos con consejos y cuidados para afrontar la carrera. Aún no los he leído todos, pero seguro que son de utilidad, como todos los consejos que regala siempre el bueno de Javi.
El de hoy ha sido un día de ánimos y consejos. Muchos consejos. Es difícil quedarse con uno sólo, pero por venir de quien viene voy a repetir el que me escribió en mi muro de Facebook Jacinto Farto. Para los despistados les recuerdo que Jacinto Farto es uno de los grandes de la historia del fondo leonés. Uno de los precursores del paso de las pistas de tartán al asfalto, podio en la Behobia y en casi todas las grandes 'medias' de España. Un tipo grande y un gran tipo al que sólo le faltó un poco de suerte para estar en la selección española de media y de maratón más 'cara' de la historia. Con sus marcas de entonces logradas hoy sería fijo en todos los grandes campeonatos, pero aquellos eran los años de Abel Antón, Martín Fiz, Juzdado, Diego García, José Manuel García, Alejandro Gómez, Rodrigo Gavela, Fabián Roncero... Bueno, al lío que me disperso. Jacinto Farto escribió en mi muro: "Animo...la empresa no es fácil pero es motivante conocer tus propios limites...y recuerda que hay que empezar a entrenar como un viejo y acabar como un joven!!!!". Querido Jacinto, lo de empezar como un viejo lo tengo ya conseguido. Espero que dentro de 14 semanas sea capaz de acabar como un joven o, al menos, como un treintañero. Me quedan 94 días para conseguirlo. 94 días para el día D. 94 días para patear las calles de A Coruña. Mi casa hace un cuarto de siglo. Mi sueño dentro de tres meses.
Nunca he sentido ese pavor que dicen que existe ante el folio en blanco. Jamás he pensado lo que iba a escribir, así que no tendría por qué ser ésta una excepción. Contar mi próxima aventura es una manera de motivarme y me da igual que me sigan 1.000 personas, 14 o ninguna. Sé que soy un corredor del montón tirando al fondo de la fila y que pocos llegan por detrás de mí en cualquier carrera, pero dudo que nadie disfrute más que yo antes, durante y después. No pretendo dar lecciones a nadie. Tan sólo contar mi experiencia y, si le sirve a alguien que dude si atreverse o no, pues mucho mejor.
Hace tiempo que rondaba por mi cabeza la idea de enfrentarme a una maratón. 42 kilómetros y un poco menos de 200 metros de regalo. ¿Una locura? Tal vez. Pero una locura maravillosa.
El estreno lo tenía previsto para Bilbao el próximo otoño, pero será antes si no dicen lo contrario, con el paso de las semanas, los abductores, el piramidal o "cualquiera de esos músculos raros que sólo tengo yo", como diría el gruñón de Jose.
Hace poco más de un mes se anunció que el 15 de abril se disputaría la primera edición de la Maratón de A Coruña. Mi ciudad fetiche. Era una señal. Le di varias vueltas. Y aquí estoy, a punto de embarcarme en el reto de correr 42 km, que en mi caso serán unas cuatro horas. Nunca he corrido más de 1h55 y no tengo intención de correr más de dos horas ningún día de aquí a la maratón. El 15 de abril confirmaré si tenía o no razón, pero siempre he pensado que una maratón se corre con las piernas, pero se acaba con la cabeza. Por delante quedan poco más de tres meses. 13 semanas. Tres para seguir con mi rutina y tras 10 para seguir un plan que me pondrá Fran Torralba.
Parece que fue ayer cuando me puse mis primeras Adistar Ride, pero de eso hace ya casi dos años y medio. Recuerdo aquel primer día, con veintitantos kilos más en la mochila y una barriga aún más grande que la que mi privilegiada genética me impide perder totalmente. A duras penas conseguía correr de farola a farola sin tener que parar en medio a recuperar el aliento, y Torralba quería hacerme creer que podía acabar la segunda Media Maratón de León. Aquellos 21 kilómetros me parecían más inabordables de lo que ahora me parezcan dos maratones, una detrás de otra. Aquel primer día conseguí correr tres minutos seguidos justo antes de prometerme que nunca más. Pero hubo otro día, y otro más. Y sin darme cuenta unas semanas después ya corría media hora. Y luego 40 minutos. Y un día me sorprendí corriendo sin parar una hora entera.
Desde entonces, todo han sido sorpresas agradables. El ambiente de las carreras, los corredores con los que he compartido carreras o el comentario de las mismas y, sobre todo, aquel grupo de los 'Novatos de 2009' que nos convertimos en el 'No hay güevos' por nuestra capacidad para enredarnos a nosotros mismos, siempre con el recorrido más duro de los posibles. Unos locos y locas maravillosos que seguimos saliendo cada fin de semana, y al que se han ido uniendo nuevos miembros desde la Escuela ULE-Chorco. Alguno de ellos amenaza con sumarse al reto de 'A Coruña42'. Sería la guinda para el mejor pastel.
Solo o en compañía de otros, pongo rumbo a un sueño. Mi sueño. El sueño de la maratón.